jueves, 18 de febrero de 2010

jueves, 26 de marzo de 2009

Quijote Olivo

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Ya que los mercenarios del odio
acribillaron y mutilaron tu cuerpo
y la revolución
quedó marcada por tu lucha.

Ya que la historia
registró tu pensamiento
y que el siglo se bautizó con tu nombre.

Que eres mucho más que bandera,
símbolo o cliché.
Hay un revolotear inquieto
de Sanchos rojos que siguen tus pasos
desde Argentina , Guatemala,
México, Cuba, Bolivia...

En toda tu América herida,
hay un viento insurrecto,
revive el calor de tu sonrisa,
se amoldan tus botas entumidas
y te haces al andar de caballero.

Tu adarga apunta
a horizontes de lucha
y aconteces con ellos
en tu cabalgar olivo,
como un Quijote
que batalla, que vive,
que canta por siempre,
en la sierra maestra de
nuestra conciencia.

jueves, 12 de marzo de 2009

Sin Registro

Palabra y Música - Radio UNAM - Voz de Margarita Castillo. Roura, D. (2003). Palabras insurrectas - poesía. México: Ed. Tierra Roja. pp. 53.-59.
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miércoles, 4 de marzo de 2009

Prospecto


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Sé bien que no soy
un buen proyecto de vida.

Que desentono
en el coro social.

Que contravengo
el buen vivir.

Que mi ropa,
mi música
y mis zapatos
no están de moda.

Que mi lenguaje
dista mucho
de ser “decente”
hablo y digo
con ajos, carajos
y demonios.

Sé que no soy
ese ser afable
prudente y burgués
que esperabas.

Que soy blasfemo, irreverente
y de una sorna procaz.

Que disiento del orden social.

Que debato
y escandalizo

con temas delicados
de política y religión.

Sé que soy
osado,
escéptico,
irreverente,
controvertido.

Digamos que soy
demasiado racional.

Que no creo en Dios,
que soy un decidido
anárco-marxista,
anti- imperialista
y globalifóbico cabrón.

Sé que no soy
un buen prospecto,
nunca lo fui.

Pero tu sabes,
piénsalo:

A mi lado
nunca
te vas a
aburrir.

jueves, 29 de enero de 2009

Tu Contrato

Roura, D. (1989). En contra del silencio. México: Impresora México. pp. 17-18.

Recuerdo cada una de tus palabras:
Las pronunciaste para siempre,
y sin remedio me llevan a tu lado.

Palabras que te comprometen
que incendiaron nuestros cuerpos.

Palabras que sé, aún ahora
te agitan,
te queman.

te abrazan la conciencia.

Cuando irreverente,
queriendo saber quién eras,
escogiste caminar conmigo…

Siempre lo hiciste a capricho:
Tu nombre,
tus asuntos,
tus amores,
tus compromisos;
mas no a tus enemigos.

Sólo a mi lado
te atreviste
a reclamar la libertad.

Decidiste marchar
con tu puño cerrado en alto
sublevando la plaza.

Avanzamos por las calles
entre consignas
hasta desbordarnos en rebeldía.
Después; tu miedo a ser.

Te bebiste de un solo golpe la comodidad.
Te diseminaste
quizás para siempre
bajo un contrato
de sexo,
de trabajo,
y de fidelidad...

¿Hasta
que

la

muerte

te

separe?